lunes, 10 de agosto de 2015

La Intuición

Hoy quería escribir sobre una de las enseñanzas y prácticas que más importante me ha resultado en este viaje: el uso de la intuición.

Desde mi adolescencia, o un poco después, comencé a sentirme llamada por la idea de la intuición. Había oido hablar de eso antes, pero nunca le di importancia, intuición era una palabra que se le ponía a lo que se sabía sin ayuda de la razón. Era casi como un chamuyo para mi mente super racional en un principio, pero pareciera ser que no tardé en encontrarle un hueco a lo racional que sólo podía ser explicado con la intuición, algo que ver con lo que se filosofa sobre la cuántica, en cuyo detalle no quiero ahondar ahora (tampoco sabría bien cómo). Y a medida en que mi mente se fue abriendo a la idea de las sincronicidades y de una cierta sabiduría detrás de las cosas que pasaban, se hacía cada vez más evidente un cierto orden en los eventos, una causalidad dentro de las casualidades y un poder más grande detrás de lo aleatorio. Y se empezó a hacer muy fuerte la idea de elegir con el corazón. De hecho, durante el año pasado escuché harta cantidad de frases con ese eje, escuchar al corazón y decidir en base a eso, que el corazón no se equivoca. Lo interpreto como ese algo que impulsa a uno a moverse, ese algo que no es racional y a veces hasta contradice lo que es lógico. Ese algo que hace que algunas personas nos atraigan más que otras, y que hace que una decisión nos llame más que todas las otras posibilidades.

Como ya saben, estoy viajando sola, lo cual implica una gran responsabilidad sobre las decisiones que tomo, ya que cada una de ellas repercute directamente sobre mi supervivencia e integridad física. Y si hay algo que terminé de confirmar en este viaje, es que esa capacidad de elegir desde ese interior es un inteligencia mucho más cabal que la inteligencia racional. Equilibrar ambas y saber cuándo utilizar cada una y de qué manera es lo óptimo, pero antes de eso creo que es importante desarrollar y dar lugar a la intuición, dentro de un margen seguro (no cruzar la avenida con los ojos cerrados a modo de práctica, a ver si me explico). Y puedo decirlo por experiencia, la intuición sabe. Como dice la frase: "Sólo sabemos lo que sentimos, lo demás es información". Muchas decisiones que tomé durante este viaje, por no decir todas, las he tomado valiéndome de ese instinto, de lo que dice el cuerpo, la tripa, lo que me impulsa, más que lo que pienso. Cuando conozco a una persona, sé si es confiable o no; puedo percibirlo con facilidad, por muy manipuladora que pueda ser una persona (porque hay muchos que gustan de manipular y lo hacen muy bien, pero lo que la mente puede llegar a creerse, la intuición se da cuenta). Sé cuando puedo aceptar la invitación de alguien que me quiere invitar a almorzar, y cuando tengo que rechazar esa invitación, y he hecho ambas cosas sin pena muchas veces. Cuando voy a un lugar, un nuevo pueblo, ciudad o hostel, sé si ese es mi momento de estar ahí o no. La mente a veces me ha dicho cosas como que me quede un poco más, porque todos dicen que el lugar es tan lindo, que cómo me voy a ir sin conocer tal y tal cosa, que es muy pronto. Pero la intuición habla y no le importa el tiempo ni el qué dirán; si me dice que es tiempo de moverse, le hago caso y voy adonde me diga. También le dejo elegir los lugares según lo que sé o no de ellos; a veces he leido, o me han contado de un cierto lugar. A veces es sólo un punto desconocido en el mapa, un nombre en la lista de destinos de la empresa de buses. No importa, dejo que ella hable a través de eso inexplicable que me surge del pecho, y voy adonde me lleve, y les aseguro que nunca me arrepiento; en todo el viaje hasta ahora, no tengo ningún arrepentimiento. Y de lo que la mente racional se encarga es de tomar las decisiones en pos de lo que decida mi intuición: sacar pasajes, tener el pasaporte a mano, no quedarme sin dinero, tener siempre papel higiénico en el bolso, etcétera.

Esa es una de las enseñanzas o puestas en práctica más importantes que he tenido hasta ahora. Y les animo a empezar a escuchar ese instinto, intuición, corazón, impulso, como quieran aproximarse vagamente con palabras a lo que realmente es (que es inapalabrable).

Y viajen. Porque lo que se aprende viajando es inmenso. Próximamente en este mismo blog, "Cosas que aprendí viajando", ansiosa por escribir ese artículo y recopilar mis aprendizajes.

¡Abrazos y mucho amor desde Loja, Ecuador!

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1 comentario:

  1. Muy lindo, hermanita Ojita! ^_^ Me alegra saberte bien y creciendo y compartiendo. Y te agradezco en nombre tuyo y de todos los seres por seguir sabiamente tu intuición.
    Te abrazo a la distancia, amiga!

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