Loja es un lugar que me ha encantado por demás. Llegué aquí luego de algunos malos días en Montañita, que básicamente se resumieron a unas ganas en el corazón de irme, y simplemente irme. Así que me fui, y por suerte me puse en contacto con Bruk, un amigo cordobés que conocí en Lima, que me dijo que estaba en Loja con su compañero Santiago, haciendo música y viviendo muy bien con ella. Adiós, Montañita, dije, dejando allí a mis amigos y a mi hasta entonces compañero de viaje Jhonatthan, quien se quedó trabajando en ese lugar abundante en fauna letal (los mosquitos más asesinos que jamás he visto), todo tipo de drogas y fiestas. Y me fui a Loja, sin saber exactamente dónde era ni qué paisajes presentaba. Es así, nuevamente, el corazón lo dictó y allá fui. Llegué y lo corroboré; al salir de la terminal vi un puente con notas musicales e instrumentos varios, y dos inscripciones:
"Aquí se cultiva el lenguaje universal de la música"
"Allí donde oigas cantar, allí te puedes quedar".
Sí, lo supe: en Loja iba a pasarlo bien. Casas chiquitas, un ambiente apacible y, a lo lejos, montañas y más montañas. No sé cómo explicar lo que me transmite Loja; tal vez sean las edificaciones pequeñas y coloridas, el frio que es aún así acogedor, la gente vestida de todas formas, las plazas, las calles angostas, el mercado (el más lindo que vi hasta ahora), podría ser una mezcla de todo eso, pero creo que es algo más, un aire de paz, aire de algo especial que evidentemente muchos viajeros no pueden entender, ya que Bruk, Santiago y yo parecíamos a veces ser los únicos extranjeros en todo Loja. Nos hemos cruzado con algunos turistas, pero vienen unos días y siguen viaje. Bruk y Santiago estaban en Loja desde hace 20 días antes de que yo llegara, y se quedaron dos semanas más en las que estuvimos cantando en bares por las noches, compartiendo hamburguesas y papi-pollos (Loja me hizo engordar un poco), conviviendo de forma muy linda los tres. Cuando se acercó mi cumpleaños se asomó la idea de pasarlo en Montañita ya que, si bien mi experiencia no había sido buena, tenía a mis amigos y al mar esperándome allí para festejar a lo grande. Entre idas y vueltas fui, y pasé un cumpleaños hermoso, del cual luego les contaré mejor.
Así es que pasé 4 días en Montañita y regresé a Loja, a seguir disfrutando esta felicidad indescriptible que me genera este lugar. Es la dosis perfecta de tranquilidad y movimiento de gente. Quisiera poder contar más, pero una imagen vale más que mil palabras. Y unas cuantas imágenes, ni hablar.






"Aquí se cultiva el lenguaje universal de la música"
"Allí donde oigas cantar, allí te puedes quedar".
Sí, lo supe: en Loja iba a pasarlo bien. Casas chiquitas, un ambiente apacible y, a lo lejos, montañas y más montañas. No sé cómo explicar lo que me transmite Loja; tal vez sean las edificaciones pequeñas y coloridas, el frio que es aún así acogedor, la gente vestida de todas formas, las plazas, las calles angostas, el mercado (el más lindo que vi hasta ahora), podría ser una mezcla de todo eso, pero creo que es algo más, un aire de paz, aire de algo especial que evidentemente muchos viajeros no pueden entender, ya que Bruk, Santiago y yo parecíamos a veces ser los únicos extranjeros en todo Loja. Nos hemos cruzado con algunos turistas, pero vienen unos días y siguen viaje. Bruk y Santiago estaban en Loja desde hace 20 días antes de que yo llegara, y se quedaron dos semanas más en las que estuvimos cantando en bares por las noches, compartiendo hamburguesas y papi-pollos (Loja me hizo engordar un poco), conviviendo de forma muy linda los tres. Cuando se acercó mi cumpleaños se asomó la idea de pasarlo en Montañita ya que, si bien mi experiencia no había sido buena, tenía a mis amigos y al mar esperándome allí para festejar a lo grande. Entre idas y vueltas fui, y pasé un cumpleaños hermoso, del cual luego les contaré mejor.
Así es que pasé 4 días en Montañita y regresé a Loja, a seguir disfrutando esta felicidad indescriptible que me genera este lugar. Es la dosis perfecta de tranquilidad y movimiento de gente. Quisiera poder contar más, pero una imagen vale más que mil palabras. Y unas cuantas imágenes, ni hablar.





