¡Hola! Les escribo luego de mi primer día completo en Lima. Anochece y miro por la ventana del hostel, un lugar maravilloso donde me han hospedado bien y ya empecé a conocer gente grandiosa.
El conductor del taxi que me trajo ayer a la noche aquí me recibió como un padre, me dijo cuáles eran las zonas más seguras de Lima y cuáles las zonas a evitar, escuchó mi historia con interés y poco entendimiento, y me saludó pidiéndome que me cuide.
Apenas llegué al hostel, me encontré con dos canadienses con quienes nos pusimos a charlar de la vida, jugar al pool, y dormir. Son geólogos que vienen a Perú a buscar plutonio, más luego irán a mi país a buscar plata. Les dije que tuvieran cuidado con lo que hacían en mi país. Ahora que se los dije, van a tenerlo.
Al día siguiente desayuné en el hostel con la gente y abrí el frasco de Nutella que me regaló mi amiga Jesi. ¡Delicioso!


Luego, me encontré con mi amiga Luz en el Parque del Amor, un espacio verde con el monumento más hermoso que he visto jamás.



Simplemente maravilloso.
Con Luz pasamos el día charlando sin cesar, me enseñó las frutas del país en un supermercado muy bello (pero en el que no compramos nada porque era, según ella, mucho más caro que en los mercados, a los cuales iremos en estos días a probar todas las frutas exóticas para mí.
Luego, volvimos al hostel y leche de almendras de por medio, seguimos compartiendo risas y lágrimas. Meditamos en el cuarto durante media hora y la acompañé a que tomara su bondi. Los transportes aquí son confusos, hay que preguntar adónde va cada uno una vez que llegan, y el azar dirá si el conductor dice que sí o que no. Las guías T no existen aquí.
Llegué de regreso al hostel caminando por las calles bellísimas de Miraflores. Este barrio abunda en flores y, si bien no hay casas muy ostentosas, todo tiene un aire de orden, como si fuese Londres.
Mañana me subiré a un colectivo a cantar, les diré luego cómo me fue. Y a la noche de mañana, Barranco, el barrio bohemio y romántico de Lima. ¡Ya veremos! Hasta ahora Lima me recibe con brazos abiertos y el viaje está acomodádose de a poco en mí.



El conductor del taxi que me trajo ayer a la noche aquí me recibió como un padre, me dijo cuáles eran las zonas más seguras de Lima y cuáles las zonas a evitar, escuchó mi historia con interés y poco entendimiento, y me saludó pidiéndome que me cuide.
Apenas llegué al hostel, me encontré con dos canadienses con quienes nos pusimos a charlar de la vida, jugar al pool, y dormir. Son geólogos que vienen a Perú a buscar plutonio, más luego irán a mi país a buscar plata. Les dije que tuvieran cuidado con lo que hacían en mi país. Ahora que se los dije, van a tenerlo.
Al día siguiente desayuné en el hostel con la gente y abrí el frasco de Nutella que me regaló mi amiga Jesi. ¡Delicioso!


Luego, me encontré con mi amiga Luz en el Parque del Amor, un espacio verde con el monumento más hermoso que he visto jamás.



Simplemente maravilloso.
Con Luz pasamos el día charlando sin cesar, me enseñó las frutas del país en un supermercado muy bello (pero en el que no compramos nada porque era, según ella, mucho más caro que en los mercados, a los cuales iremos en estos días a probar todas las frutas exóticas para mí.
Luego, volvimos al hostel y leche de almendras de por medio, seguimos compartiendo risas y lágrimas. Meditamos en el cuarto durante media hora y la acompañé a que tomara su bondi. Los transportes aquí son confusos, hay que preguntar adónde va cada uno una vez que llegan, y el azar dirá si el conductor dice que sí o que no. Las guías T no existen aquí.
Llegué de regreso al hostel caminando por las calles bellísimas de Miraflores. Este barrio abunda en flores y, si bien no hay casas muy ostentosas, todo tiene un aire de orden, como si fuese Londres.
Mañana me subiré a un colectivo a cantar, les diré luego cómo me fue. Y a la noche de mañana, Barranco, el barrio bohemio y romántico de Lima. ¡Ya veremos! Hasta ahora Lima me recibe con brazos abiertos y el viaje está acomodádose de a poco en mí.



No hay comentarios:
Publicar un comentario